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CARTA ABIERTA DE maximiliano

(Esta carta fue leída en la última versión del seminario organizado por la Fundación Renaciendo y la Escuela Transdisciplinaria de Sexualidad (ETSex))

Bueno, mi nombre es Maximiliano y antes que todo quería agradecerles a quienes están escuchando, a quienes están aquí buscando educarse, realmente significa mucho para toda persona a su alrededor que tal vez jamás ha sentido que puede confiar en alguien y también quería agradecerles a quienes crearon este espacio y a todes quienes expusieron hoy..

Bien, estudié en el liceo 1 javiera carrera "de niñas", y pasé por varios momentos incómodos ahí, creo que de lo más relevante fue el tema del uniforme, ya que el uniforme del colegio es solo jumper o pantalón azul, las opciones que me dieron fue ir con ese pantalón azul o ir con el buzo del liceo que también era azul y tenía la insignias del liceo en todas partes, era bastante incómodo para mí salir del liceo vestido así. Ver a los novios y amigos de mis compañeras llegar con sus uniformes (pantalón gris y camisa) a buscarlas y notar que ninguno de ellos me iba a percibir como hombre a menos que se lo dijera era muy incómodo de vivir a diario.

No quiero y realmente nunca he querido que me perciban como un chico cis, no es algo que me interese y lo más importante, no lo considero un alago, pero en ese momento cuando tenía 14 años, absolutamente nadie me percibía ni respetaba como un hombre, ya sea por mi voz, por la forma de mi cuerpo, por mis senos que se notaban y especialmente por un uniforme que todo el mundo sabe que no es de hombre.

Por otra parte, gracias a mi mamá y gracias a toda la información que la fundación le dió, ella logró que en el liceo me permitieran poner mi nombre social en las pruebas y también al lado de mi nombre legal en la lista de clases,

La mayoría de mis profesores no tuvieron problema para decirme Maximiliano pero hubieron algunos que decidieron llamarme por mi nombre legal y utilizar el pronombre ella para referirse a mí, aunque personalmente tenía muchas ganas de hacerles lo mismo para que sepan cómo se siente, me limité a ignorarles y no responder ninguna de sus preguntas sobre la clase. Es triste tener que llegar si o si con una circular para que se te respeten un derecho que es y que aún así no se respete por todes.

El tema de los baños también fue algo incómodo, las opciones eran ir al mismo baño que los profesores o ir al mismo que mis compañeras, ya que ellas no me hacían sentir incómodo opté por seguir yendo al mismo baño que siempre. Pero ir al baño afuera (público) sí era un problema, en especial en ese tiempo, muchas veces me gritaron que no debía de estar ahí, que no era hombre así que no era al baño que debía de entrar, tuve suerte de que sólo me hayan empujado una vez y que el resto de veces sólo hayan sido agresiones verbales.

Finalmente quería mencionar mi primer año en la universidad, ha sido una buena experiencia, ya que Maximiliano es mi nombre legal no he tenido problemas, me hace feliz ver mi nombre en cada documento y en especial me hace feliz no tener que darle explicaciones a nadie.

La verdad eso, quería compartir con ustedes mi paso por esas dos instituciones educacionales, decirles que aunque para mí sólo haya significado llegar llorando a la casa o no querer ir a las clases de aquellos profesores que no me respetaban, para otre chique trans o en general para cualquier chique de la comunidad, ser cuestionado a diario por profesores, compañeres y/o autoridades del colegio a pesar de que le pongamos una circular en la cara, podría significar incluso el suicidio.

Incluso en 2021 hay profesores que humillan a sus estudiantes por tener una identidad/expresión/orientación distinta, médicos que se quedaron estudiando libros de hace 70 años atrás y ni siquiera saben qué es una persona trans, hay personas que por nuestra apariencia deciden que es buena idea insultarnos, golpearnos y matarnos; muchas personas de la comunidad deben irse de sus casas desde muy temprana edad porque no tienen absolutamente ningún familiar que les apoye.

Por favor les pido que se lo cuestionen, les pido que abran los ojos, les pido que sigan educándose y educando. Sigan respetando y queriendo proteger a esa persona de la comunidad que probablemente sólo les tenga a ustedes. No tienen idea de lo mucho que significa para nosotres tener a un profe que quiera defenderte, que se dedique a informarse y que quiera seguir enseñándote sin mirarte como si fueras algo mal hecho.

No tienen idea de los mucho que significa llegar al médico y que independiente de cómo te veas, igualmente te pregunten tus pronombres y te respeten de igual forma.

No tienen idea de lo lindo que se siente tener el apoyo de aunque sea un familiar.

Y saben por qué les incentivo a seguir educándose o a seguir siendo respetuosos en lugar de darles las gracias por ello?

Porque es algo mínimo, porque son derechos.

Son derechos que a ninguna persona hetero/cis le han cuestionado o quitado alguna vez en su vida.

Con cariño

-Maximiliano.

"A mí, simplemente me gustaban las personas..."

Crecí sin entender mucho que era todo esto que sentía, de niña jamás conocí alguien que se sintiera de la misma manera... o al menos, nadie me lo dijo abiertamente. Y, aunque en el fondo sabía que no era un problema, tenía la certeza de que podría llegar a serlo, sobre todo entre las personas adultas que me rodeaban. Al cumplir 12 años, sin querer, mi familia empezó a sospechar; a los 13, me llevaron a psiquiatra y psicóloga, para ver qué estaba pasando: "Es una época" "Se le va a pasar" "No toquen el tema con ella..." "Que se aleje de sus amigas lesbianas". Me sentía ahogada, esperaba que alguien entendiera lo que me pasaba; pero, sobre todo, esperaba que alguien me dijera que no tenía nada de malo ser quién yo era, que no era una persona mala o enferma... Eso no ocurrió.

Muy pronto, aún con 13 años, decidí que no podía compartir con nadie más esto que "me pasaba"; que debía borrar cualquier duda de la cabeza de mi familia, así que me obsesioné con encontrar un pololo (hombre cis), como una forma de que el mundo adulto se olvidara de esta "etapa" y me dejaran tranquila. Por esa época, como nos suele ocurrir a las disidencias, estuve con mucho riesgo de suicidio (ni la Psicóloga, ni la Psiquiatra, me preguntaron o indagaron nada al respecto); me sentía sola, incomprendida y en un estado de alerta constante.

Era terrible conocer alguna persona que me gustara y que no fuera un hombre cis; me alejaba de ahí, evitaba el contacto y, en definitiva, terminaba enfocándome aún más en la búsqueda de un pololo; alguien que me ayudara a encajar, a dejar de tener miedo de que, en cualquier momento, se descubriera quién era yo de verdad y, por consecuencia, me dejaran de querer.

Me volví muy complaciente, tenía mucho miedo a perderlo todo (estamos hablando de principios de los 2000), no me sentía capaz de tolerar lo que se pudiera venir. Ya había tenido un adelanto, en la época donde me llevaron a las distintas "evaluaciones" (no exagero, me aplicaron hasta un Rorschach, ese test de las manchas, "para ver si yo era lesbiana o qué cosa"), ahí pude comprender que no iba a ser aceptada... y no me sentía con fuerzas ni herramientas para luchar o defenderme.

La categoría Pansexual/Panromántica la vine a conocer mucho tiempo después, de chica me identificaba como bisexual, aunque siempre sentí que me quedaba corto: a mí simplemente me gustaban las personas... pero ¿Cómo le explicabas eso a la gente?

Hasta hace algunos años, sentía que mi orientación sexoafectiva solo había sido un "tema" (o dificultad) durante ese primero periodo en mi adolescencia, pero que luego todo había estado "bien". Hoy, con 32 años, puedo releer mi historia y darme cuenta de que pasé gran parte de mi vida desde el ocultamiento, negándome a mí misma y cargando con un secreto que jamás debió haber sido un secreto; todo esto, comprendo ahora, por miedo al rechazo y a quedarme sola en el mundo.

Muy chica, me convencí a mí misma que esto iba a ser fácil "si también me gustan los hombres (cis), no debería ser un problema hacerme pasar por hetero..." Y claro, fue fácil que la gente lo creyera, pero lo que te va pasando a ti, por dentro, eso nunca es igual de fácil; es como encadenar una parte de ti y, por momentos, solo odiarla (ergo, te odias a ti también).

Agradezco infinitamente los caminos que luego tomé, la gente hermosa que me abrazó, sin cuestionamientos, y a mi familia que hoy también se ha vuelto un pilar fundamental (después de muchos años de educarles en la temática). Hoy me siento afortunada, hoy no me da miedo contar abiertamente quién soy y espero, con todo mi corazón, que llegue el día en que nadie más tenga que vivir con miedo, ocultándose, negándose y, mucho menos, odiándose así misme.

Penny